martes, 7 de mayo de 2013

101 PENITENTES

Cuando me desperté y miré por la ventana del hotel, enseguida comprendí que esta edición de "Los 101 Peregrinos" iba a ser un día de sufrimiento. Me va bastante mal el calor y no se veía una sola nube en el cielo… no me equivocaba.

El típico perfil de serrucho de esta prueba. Este año con un nuevo diente...
y bien grande, San Pedro de Trones.

Hubo que hacer algún trabajo de manualidades para poder poner
el chip en el casco

Mi idea era ir tranquilo y no malgastar fuerzas en la primera parte. Aún así traté de ganar posiciones en los primeros kilómetros para evitar los atascos que se producen en las primeras subidas de esta prueba. A pesar de ello, se formaron varios tapones que obligaron a hacer varias de las primeras subidas andando.

Dirigiéndome a la salida.

Participantes en la salida.

Marga Fullana, que últimamente no se pierde
una cicloturista. Evidentemente ganó en féminas.
En la subida de las cepas, tengo mi primer incidente, llego hasta un biker que iba más lento y al tratar de superarle me cierra. Al encontrar un sitio con hueco le aviso que voy por la izquierda y realmente no se si perdió el equilibrio o directamente me empujó, pero acabé en la cuneta.

Subida de las Cepas.

En otra de las subidas en la que toca patear, me supera mi compañero de rutas Sergio, tan pronto como puedo me subo a la bici para compartir algunos kilómetros juntos, pero me es imposible alcanzarle, así que desisto y vuelvo a mi ritmo.

Subida de la pizarrera.

El recorrido se encuentra bastante seco y esto hace que todas las subidas menos el tramo anterior a la cuesta de la pizarrera sea perfectamente ciclables, eso sí tragamos polvo a cada bocanada de aire que respiramos.

Sendero tras pasar la Balouta.

En el singletrack de la Balouta tengo suerte y un biker que iba más lento me deja pasar, así que  disfruto a lo grande, para eso he traído la doble. Está seco y eso le resta bastante peligrosidad así que lo hago bastante rápido, se me hace muy corto.

Mi paso por Puente Domingo Flórez.

Llego a Puente Domingo Flórez sin ningún contratiempo más, he llegado bastante fresco y cuidando en todo momento el tema de alimentación e hidratación. Hago una pequeña parada antes de afrontar la temible subida a San Pedro de Trones, que es donde quiero empezar a foguearme.

Tramo de la subida a San Pedro de Trones.

Los fuertes porcentajes de los primeros kilómetros me hacen desistir de ello hasta que llego a un pequeño descanso en la mitad de la subida. La última parte vuelve a ser muy dura y técnica pero no dejo de superar a otros participantes y solo me adelantan dos duatletas.

Última rampa de la subida a San Pedro de Trones.

Cuando llego a la cantera siento los primeros amagos de calambres, con calor sudo mucho y la pérdida de sales es enorme, así que desde ese momento convierto la obtención de “acuarius” en mi primera prioridad. 

Por cierto, en alguno de los avituallamientos se estaban quedando sin bebida isotónica y tuvieron que mezclármela con agua... y eso que seguramente por ese punto no habían pasado ni el 20% de los participantes.

Acondicionando la bajada de las peñas. Gracias!!! 
El descenso de San Pedro de Trones es demasiado peligroso y estrecho como para incluirlo en una prueba tan masificada como esta, creo que para próximas ediciones deberían buscar una solución para este tramo donde tengo constancia que hubo gente atascada más de 40 minutos y alguna que otra caída.

Tras pasar los primeros cortados y la zona peliaguda que había visto en las fotos me confío, pensaba que ya había pasado lo peor, así que el cortado gigante me pilla por sorpresa y tengo que tirarme a un lado para no bajar rodando ladera abajo. Miro al chico que me seguía y le digo eso de “tira tú que a mí me da la risa” pero tampoco lo vi muy convencido.

Al final trabajo en equipo, uno baja arrastrando el culo y ya abajo el otro le va dejando caer las bicis. Llego abajo entero que es lo importante, donde me encuentro a Jose, mi cuñado, que anda con ciertos problemas de calambres.



Llega la subida larga de la jornada, que nos lleva hasta el mirador de Orellán. Tiene dos tramos el primero más tendido, un descanso en bajada al pasar por la localidad de Yeres y un segundo tramo muy duro, sobre todo al principio. Además el calor es de justicia y cada poco las piernas me envían un mensaje en forma de calambres, que voy gestionando bastante bien, dentro de lo que cabe.

Hago la subida de menos a más y llego al mirador bastante bien donde hago una parada para alimentarme y beber.

La subida larga del día, las impresionantes vistas la hicieron más llevadera.
En el descenso adelanto a una chica de “una a una” y a otro chico y a partir de ahí nadie más,  circulo muchos kilómetros sin ver a otro participante, incluso en algún momento me pregunto si me he equivocado de camino. Son los tramos más técnicos y más bonitos del recorrido… finalmente en una de esas subidas técnicas imposibles a estas alturas de carrera alcanzo a un grupo de 3 ó 4 bikers con los que comparto unos kilómetros llenos de barro y piedras.


Entre La Chana y Villavieja se encontraban los tramos más bonitos
y con más barro.

En este tramo entre la Chana y Villavieja es donde cometo el gran error, el recorrido requiere estar todo el tiempo alerta y descuido totalmente el tema alimentación e hidratación hasta que ya es demasiado tarde.

En la subida a Villavieja me encuentro con Juan Antonio Astorga, hermano de un viejo compañero de pachangas baloncestísticas. Le felicito por su buena actuación en el maratón de Monegros, pero me comenta que desde entonces no ha pillado la bici y que en esta ocasión irá solo a acabar… que no es poco viendo la dureza de este día.

Subida desde Villavieja con el castillo de Cornatel a la izquierda.

Como se suele decir “voy recogiendo cadáveres” y algunos muy perjudicados. Mucha gente tirada en el suelo y paro en varias ocasiones para comprobar el estado de algunos participantes, todos me dicen lo mismo “calambres, dolor, sufrimiento…” Hay que tener cuidado el hombre del mazo se encuentra por los alrededores.

Y finalmente en la subida de Santalla se pone detrás de mí y me empieza a pegar con su mazo. De repente me siento sin fuerzas y los calambres son agudos. Paro estiro y tomo uno los geles que tenía olvidados en el camelbak , pero es posible que sea demasiado tarde.

A partir de ese momento me arrastro literalmente en cada subida y las bajadas se convierten en una trampa mortal, la ausencia total de reflejos hacen que primero me meta en una rodada y después me lleve una rama por delante, que si no llevara casco me hubiera producido una buena herida. Decido bajar el pistón en los descensos, una caída a pocos kilómetros de meta no me la perdonaría.

A estas alturas de carrera cada repecho es una tortura.
Paro en todos los avituallamientos y pueblos dejando a un lado el tema tiempo, lo importante es acabar y para ello recuperarse, ya sea con un trago de vino o un buen bocado de lacón con grelos, la gente de los pueblos por donde transcurre la prueba es así y sus ánimos te hacen sacar fuerzas de donde no las hay.

Yo les pregunté si tenían Acuarius y contestaron "Ven que te vamos a  dar acuarius"
...Toma Bota de vino. Genial!!!
Esto si que es un avituallamiento!!!

Empiezas a ver como a todos aquellos a los que superaste inmisericordemente te empiezan a adelantar, muchos con caras de satisfacción y otros interesándote por tu estado. A cada persona que me encuentro por el camino le pregunto cuantas subidas quedan, la mayoría mienten pensando que así me hacen un favor y no se dan cuenta que necesito saber la verdad para administrar las pocas fuerzas que me quedan.

Por fin un biker me da un “bofetón” de realidad…”¿no lo recuerdas? ¡que mal vas! Todavía queda la subida esta, la otra y aquella … uff hay que seguir regulando.

Una de las últimas subidas, la meta ya está cerca.

Llego a un punto desde donde se ve abajo Ponferrada. Desde aquí es todo descenso, lo sé y me lanzo con fuerzas renovadas. Abajo nos desvían por el margen del río. Donde cometo algún error más que denotan mi falta absoluta de reflejos.

Me alcanza y me supera un biker de la Costa da morte, con el que he compartido distintos tramos de la carrera, me anima a seguir y le digo que no puedo que tire para adelante, pero él se empeña en que entremos juntos en meta y me espera.

Este último detalle me hace sacar las últimas fuerzas que me quedan. Llegamos a meta juntos levantando los brazos… ¡¡¡objetivo conseguido!!!. Miro atrás a ver el cronometro y marca 8 horas y 35 minutos (Puesto 252 de más de 1500 ciclistas y el 139 de mi categoría), que me parece un resultado muy digno teniendo en cuenta todo lo que he sufrido en los últimos kilómetros.

En la meta me encuentro totalmente desorientado, me encuentro a varios miembros del Clan Gorfolí, parece que han llegado hace tiempo, también veo a un viejo compañero que ha participado en la prueba de maratón con los signos de la dureza de la prueba reflejados en sus pies destrozados.

Pero todavía queda la guinda del pastel, veo llegar a mi compañero de rutas Sergio, realmente pensaba que iba por delante, pero seguro que las duras condiciones de este día también le han pasado factura. Le felicito, lo de hoy no ha sido nada fácil.


Voy a recoger el trofeo de “finisher” y en mi mente solo se escucha la misma frase de siempre “El próximo año no vuelvo” … pero siempre repito.




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