jueves, 12 de junio de 2014

LOS 10.000 DEL SOPLAO 2014

Cuando me levanté la mañana del sábado, sabía que iba a ser un día de sufrimiento, me había mentalizado para ello y estaba preparado. Miré por la ventana y … ¿sol? ¿Dónde están las lluvias anunciadas? Toca replantearse la ropa a llevar.

Para hacerlo más emocionante, el día anterior recogí la bici sobre la que haría el Soplao y la estrenaría en la propia prueba. Con lo cual los primeros kilómetros iban a ser de adaptación a la nueva montura.

El recorrido, bien conocido, pasa por ser uno de los grandes retos a los que se puede enfrentar un biker dentro de la geografía española: 165 kms. con unos 4.800 m. de desnivel acumulado, casi todo por pistas y caminos en buen estado y algún tramo más divertido. 



Esta edición fue la más multitudinaria de todas, solo en la modalidad de BTT había 4.500 inscritos. A pesar de que madrugué más que otras ediciones, ya estaba toda la calle repleta de participantes.

Tras la larga espera, como viene siendo seña de identidad de esta prueba, el Thunderstruck de AC/DC empieza a sonar y el ambiente se calienta, la gente cada vez más impaciente grita y festeja la salida cuando empieza la cuenta atrás, seguida por todo el mundo.


Se inicia un nuevo Soplao, el quinto en mi caso. Se sale muy rápido y ya en la avenida que lleva a Carrejo intento ganar alguna posición de cara al presumible atasco del km 3. Alguien me anima, es Jaime Villar, “gracias tío, que raro no verte aquí pedaleando”.

Llega el temido kilómetro tres, por suerte el pelotón se ha roto y un hueco por delante permite tomar con tranquilidad el estrechamiento del recorrido, aún así hay que poner el pie a tierra durante unos breves segundos.

Tenía claro que tenía que reservar desde el principio, así que me tomo la primera subida con mucha tranquilidad. Primeros incidentes, una caída en el hormigón, un chico que rompe el sillín, una pena para este se acabó el Soplao.


En el descenso  de San Cibrian me supera Jose Sustacha, le saludo pero no hago ni intención de seguirle, prefiero tomar precauciones para ir conociendo las reacciones de la nueva bici y más en un descenso tan rápido y suelto como este.

En San Vicente del Monte me supera Marcos Molina, afanado en su intención de superar a los distintos grupos de bikers que bloquean su marcha, me invita a seguir su rueda, jaja no creo que pudiera aguantarla mucho tiempo. Al poco rato me alcanza su hermano Oscar, que también lleva buen ritmo.

Llega la Cocina, menos temida desde que hormigonaron la primera parte, pero aún así, la subida de las lastras es el primer punto exigente de la prueba. Subo con cautela, pero cuando llevo 50 metros de la zona no hormigonada noto que las piernas se me cargan en exceso y pongo pie a tierra, frustrante hacerlo en un tramo que me gusta y que este año se encuentra en condiciones perfectamente ciclables, casi todo el mundo sube pedaleando.


En la subida a la Florida me encuentro con Fermín Sotres, no me esperaba encontrarle aquí, me cuenta las espeluznantes caídas que ha visto, lo cierto, es que nunca escuché tanta ambulancia, ni vi tanto coche médico como en esta edición. Esto último dada mi situación me crea tranquilidad, ya que sé que si algo me ocurriese seria atendido rápidamente.

Casi sin darme cuenta llego al avituallamiento de la cueva del Soplao, donde recargo bebida. Comparo tiempos con la chuleta que llevo en el bidón, llevo tiempo de 11 horas y media.

El descenso a Celis, normalmente una bajada con cierto peligro, también se encuentra en inmejorables condiciones, comienzo a bajar con cautela, pero poco a poco la bici me va pidiendo guerra y voy cogiendo confianza.

Bajada a Celis, siempre llena de fotógrafos.

Tramo de asfalto que lleva al Monte Aa, me supera “Pola” va muy rápido remontando y me invita a seguirle. Uff con el ritmo que lleva!!! Creo entenderle “este año o hago tiempo o reviento”.

Como ya se había anunciado, este año no se pasa el río y eso que está prácticamente seco, así que seguimos por carretera hasta el inicio del temido Monte Aa, una subida que me gusta mucho.

Subo sin ningún tipo de molestia, pero a pesar de todo prefiero no forzar y paro a refrescarme antes del inicio del hormigón. En ese momento llega Juan Nicieza, me alegro de verle, desde que volvió de la Titán desert no habíamos coincidido. Le felicito por su participación y le comento que su padre va por delante “dándolo todo” y dudo de cómo llegará a meta… que equivocado estaba.


Reinicio la marcha tras Juan, voy haciendo el hormigón bastante bien, sin excesos que luego se pagan. En la última curva espera la chica con las gominolas, ya es un clásico en la prueba, pillo una y sigo para arriba. En el alto veo a Juan parado yo sigo hacia abajo seguro que me vuelve a superar sin muchos problemas.

Y al llegar al puente de Ruente, sorpresa… un atasco impresionante, entre la gente de la maratón, ruta a pie y BTT se ha juntado una cantidad de gente considerable y hay que esperar unos minutos para seguir la marcha.


Camino de Ucieda comienzan realmente mis problemas, empiezo a sentir fuertes calambres y tengo que parar a estirar, estoy a menos de un kilómetro del alojamiento que hemos alquilado y la tentación es muy fuerte, pero no he venido hasta aquí para abandonar en el km 60, así que meto todo el desarrollo y poco a poco hacia el avituallamiento de Casa del monte.

Llego al avituallamiento pero al bajarme de la bici los calambres se repiten, estiro y como no quiero quedarme frío una vez rellenado el bidón reinicio la marcha, en este punto donde todos sabemos que se inicia el verdadero Soplao.


Voy mentalizado de lo que me espera, 11 kilómetros de sufrimiento, así que sigo con todo el desarrollo y voy pedaleando poco a poco con la idea de no machacar las piernas demasiado. Me empieza a superar mucha mucha gente, de hecho creo que no adelanto a nadie en toda la ascensión. Llego arriba con las piernas cargadas pero evitando los calambres que es lo más importante.

En el descenso se forma un grupo de 4 bikers al que me uno, pero ya en asfalto camino de Bárcena mayor las ganas y el corazón me dicen que puedo seguir con ellos, pero las piernas se niegan, así que me descuelgo y llego solo al bonito pueblo de Bárcena Mayor, donde nos espera una multitud de gente aplaudiendo y animando… toda una fiesta.


Paro en el avituallamiento antes de iniciar la subida a Cruz de fuentes, es el momento de tomar las medicinas. Saco la bolsita donde las llevo y las voy depositando sobre la palma de la mano, cuando ya tengo el despliegue armao me doy cuenta de que a mi lado otro biker mira con cara de susto, le sonrío, …creo que finalmente no llamó a la brigada de estupefacientes.

Sin mucha pausa, reinicio la marcha, por delante el coloso de Cruz de Fuentes que nos lleva al punto de mayor altitud del recorrido. Sigo con todo el desarrollo metido, no doy para más, y con paciencia para arriba.

De repente una voz me dice “Hay que parar más”, es Juan que de nuevo me ha alcanzado, como explicarle que si paro me dan calambres y si no …también.  Por detrás nos alcanza otro compañero del G.C.Ensidesa, Miguel Mallenco, que este año anda muy fuerte, también me invita a acompañarle, pero de verdad, me es imposible seguir el ritmo que ponen y a la mínima intención de hacerlo se me empiezan a cargar las piernas, así que desisto.


Gran parte de la subida la hago con el coche de asistencia médica detrás, así que me siento seguro. A mitad de la subida veo que Oscar Molina viene en sentido contrario ¿Qué pasa? ¿has abandonado? Rápidamente me cuenta que su hermano ha sufrido un corte de digestión y que va en busca del médico, le indico que está 100 metros por detrás.

Al poco aparece Marcos, realmente tiene muy mala cara, muy pálido, me intereso por él, vaya mala suerte. Como legado me deja una barrita y un gel  que tan bien que me vendrían en la parte final de la marcha.

Por fin acabo la tortuosa subida de Cruz de fuentes, desisto de parar en el avituallamiento ya que las anteriores veces que he parado ha sido contraproducente, así que con cautela bajo hacia el inicio de la ascensión a Ozcava, con tanta cautela que Miguel, que si había parado en el avituallamiento me quita las pegatinas en la última parte del descenso.

La primera parte de la subida a Ozcava es muy exigente y lo sé, meto todo el desarrollo, pero no es suficiente para que a los pocos metros se me empiecen a quejar los cuádriceps, intento pedalear en otra posición y son los aductores los que se retuercen en mis piernas y para finalizar los gemelos… me bajo de la bici y me tiro al suelo con gesto de dolor.


Un biker se interesa por mí… “tranquilo son calambres, sigue tú camino. Gracias”. Tras unos minutos los músculos de mis piernas dejan de quejarse y sigo a pie uno o dos kilómetros, los más duros y consigo llegar a Ozcava, un plátano y un poco de descanso.

Una nube amenaza a lo lejos, a ver si se va a fastidiar el día, así que reanudo el camino, ahora toca la subida hasta venta vieja, a estas alturas de carrera llego a meta aunque sea arrastrándome. Me adelanta Higor Prieto, amigo de facebook, casi ni le reconozco, sigue su camino, aunque arriba le supero mientras se pone el chubasquero para la bajada de los tojos.

Lo cierto es que la bajada de los Tojos es más llevadera sobre ruedas de 29”, es una bajada rápida, pero pestosa, llena de irregularidades y piedras, casi sin darme cuenta estoy en las curvas de asfalto y a un paso de otra de las torturas del final del recorrido….Correpoco.

Llego al tramo más técnico de la prueba tocado, pero no hundido. Y sorpresa, al aparecer los primeros pedruscos de la vieja calzada romana revivo, hago casi todo el tramo sobre la bici ya que se encuentra en buenas condiciones y es el único momento en el que disfruto sin ninguna molestia. Sobre una bici de 29” las irregularidades y zonas técnicas de este tramo se superan con mayor facilidad, pero pronto se acaba, se me ha hecho muy cortito.


Un descenso rápido y casi sin darme cuenta llego ante el ogro… el Negreo donde habita el “Señor del mazo”.

Renedo es una fiesta, cientos de personas se agolpan a las orillas y aplauden al paso de los bikers, giramos a la derecha y al ver las primeras rampas casi se me caen las lagrimas, no por la dureza, sino por la emoción de ver a tanta gente animando y haciendo pasillo a unos simples aficionados que nos enfrentamos a las rampas descomunales del Negreo que a estas alturas de la marcha resultan demoledoras.

Pongo todos mis esfuerzos en evitar poner pie a tierra, en esta zona repleta de aficionados no. Las piernas me empiezan a doler, pero sigo adelante, termina el tramo repleto de gente, la pendiente baja a un 10% un verdadero descanso, pero al torcer la siguiente curva mi piernas dicen basta.


Me bajo de la bici y me tiro al suelo, parece que de nuevo todos los músculos de mis piernas se han puesto de acuerdo para decir basta al unísono. Rápidamente un biker se baja para estirarme las piernas pero al hacerlo los cuádriceps se me salen literalmente de la pierna, grito de dolor. Doy las gracias al compañero que me a auxiliado pero no hay nada que hacer.

Permanezco tendido en el suelo unos minutos otro participante se baja para ayudarme, pero rápidamente le explico la situación. Todo el mundo que va pasando pregunta si necesito ayuda y la contestación es “calambres, tranquilos”. Por unos minutos pienso que esto se acabó que no puedo seguir.

Los espasmos van remitiendo, he perdido la noción del tiempo y no sé cuánto he estado tendido sobre el suelo, me levanto con cautela y me hago el kilómetro y medio de hormigón a pie, hablando con otro participante que también va acalambrado.

Cuando el hormigón desaparece me subo con prudencia y poco a poco voy subiendo las rampas del temido Negreo, incluso las últimas que son de cierta dureza.

Ya no queda nada, el descenso hacía la collada de Carmona lo hago de manera relajada, por suerte solo queda una subida que no llega al kilómetro y dos repechos más que se superan sin mayor esfuerzo.


El último descenso, muy rápido y peligroso, lo hago con prudencia… a ver si me voy a caer aquí después de todo lo que he sufrido. Alcanzo a un chico y una chica que ya me había encontrado anteriormente y como bajan despacio, me situó detrás sin arriesgar.

Una vez finalizada la bajada y tras comprobar que mis piernas se encuentran más descargadas vuelvo a pedalear fuerte llaneando. Llego a Ruente, solo quedan unos pocos kilómetros de asfalto hacia Cabezón.

Coincido con otros cuatro participantes, entre ellos uno de “Faru Peñes BTT” (Santy) y les digo mi ya frase célebre, jeje “Nos pondremos a hacer relevos ¿no?” más mal que bien empezamos a pasar a relevos y antes de que nos demos cuenta lo estamos dando todo, moviéndonos siempre por encima de los 35 km/h.

Pronto, se empieza a ver que algunos van más fuertes que otros, los relevos del chico de “Faru Peñes BTT” son una tortura para el resto, va muy fuerte, y por unos instantes parece que el grupo y el acuerdo se van a romper, pero reanudamos la buena consonancia y volvemos a hacer relevos de manera fluida.

Llegamos a Cabezón de la Sal, pero todavía nos queda un pequeño susto, cuando nos desvían por la calle que va a meta y está repleta de participantes de la marcha a pie que ocupan todo el ancho de la calzada, vamos ciegos y por poco no se organiza allí una buena.


Los últimos metros son de recuerdo para una persona que no está ya con nosotros y a la que quería mucho, levanto un brazo en alto en recuerdo. Misión cumplida, un nuevo Soplao superado.

Tras 11 horas y 36 minutos de angustioso sufrimiento cruzo la meta junto a mis cuatro compañeros de últimos kilómetros, nos felicitamos. Como suele ocurrir todo el sufrimiento y penurias desaparecen. Creo que nunca olvidaré esta edición de “Los 10.000 del Soplao” a pesar de todo lo que he pasado sigo aquí… ahora a por la QH!!!

2 comentarios:

  1. Hola Trappist me ha encantado tu crónica, como todas, maravillosa.

    Ciértamente este año tu participación en esta prueba que tanto nos gusta ha tenido mucho mérito, atendiendo a todo lo que te ha ocurrido antes de la participación en Monegros, además de ir medicado, con calambres y estrenando bici el mismo día de la prueba...lo dicho, me quito el sombrero y enhorabuena por esa participación y por el tiempo empleado.

    Un saludo y ya nos contarás tus experiencias por la QH. Ciao!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias David!!! lo más importante es que puedo seguir haciendo lo que más me gusta.

      Estoy muy satisfecho, por que tanto en Monegros como en el Soplado lo he dado todo y cuando uno hace todo lo que puede no hay lugar para el reproche... los tiempos empleados me sorprenden... pero este año el recorrido también estaban en muy buen estado.

      Ahora la QH esperemos pasar un buen día.... bueno ya nos seguimos por facebook.

      Saludos,

      Eliminar