martes, 26 de agosto de 2014

VACACIONES SIN BICI

Ya estoy  de vuelta de mis vacaciones sin bici. No es la primera vez, no siempre son compatibles, los destinos elegidos, con la práctica del mountainbike o simplemente del ciclismo en sus sentido más amplio. Aunque bien es cierto, que cuando regresas a una zona como la región suiza del Toggenburg, repleta de senderos y caminos perfectos para la práctica del MTB es poco menos que un pecado no llevar la bici.

Esta vez, se quedaron en casa.

La decisión fue muy meditada, sigo pasando etapas en mi recuperación y ahora poco menos que soy un enfermo crónico… por lo menos hasta la próxima consulta en Octubre. Los riesgos están ahí, y si bien en España, en caso un accidente con complicaciones en plena ruta, puede solucionarse con una llamada al 112 indicando fácilmente lugar y que me ocurre. En el extranjero, se me hacía muy difícil la posibilidad de comunicar simplemente donde me encontraba, ya que ell Toggenburg está repleto de zonas y senderos de los que desconozco el nombre.

Cuando vienes de un periodo de tiempo en el que no has dejado pedalear y disfrutar sobre la bici, sabes que tú organismo te ha emborrachado a endorfinas, adrenalina y dopamina. Como suelo decir, medio en broma, medio en serio, somos verdaderos adictos y los periodos de “abstinencia” pueden llegar a ser una pesadilla. Por ello llevaba una agenda llena de actividades de senderismo y visitas para llenar la mente.

En cualquier ciudad Suiza, no es difícil encontrarse un buen parking de bicis y carriles bici para favorecer la movilidad.

Tras la primera semana, veía bicicletas en todos los lugares, cada vez que alguien se cruzaba en bici giraba la cabeza siguiéndole con la mirada hasta que desaparecía. Desconectar de la bici en Suiza es poco menos que imposible, es un lugar donde se utiliza para la vida cotidiana y por si fuera poco la casa que habíamos alquilado se encontraba de paso a una clásica ruta de BTT, la sociedad suiza tiene gran afición al deporte y al mountainbike en particular, así que el paso de bikers era continuo. No es casualidad que Nino Schurter o Jolanda Neff, por nombrar dos bikers actuales sean suizos y de zonas muy cercanas a las que me moví.

El senderismo era mi “plan B” ya que comparte algunas de las virtudes del mountainbike: el contacto con la naturaleza y unos paisajes expectaculares. No se si os a ocurrido alguna vez, pero cada vez que caminaba por uno de estos espectaculares senderos iba eligiendo la mejor trazada como si fuera en BTT y valoraba cada uno de ellos según ciclabilidad… para encerrar.

Visita a tiendas de bicis, para matar el gusanillo.

Y por supuesto si “el síndrome de abstinencia” apretaba siempre estaban ahí las tiendas de bicis. Muy cerca tenia varias… una visita a Velo-Metzg, la tienda de un biker local y ver sus últimas novedades puede calmarte al menos durante unos minutos. 

Tampoco pretendía desconectar y cada visita a una oficina de turismo se convertía en una búsqueda de información de las rutas de mountainbike que se podían hacer por la zona, nunca se sabe si en el futuro se puede hacer una nueva visita con la bici a cuestas.

Livigno, el paraíso!!!

Una visita al pueblo de Livigno sin bici, puede desquiciarte, ya que quizás es el lugar más idílico para la práctica del ciclismo que conozco. Cada vez que me cruzaba con una grupetta de esas que van al Stelvio, con un grupo de bikers que volvían de hacer una ruta por los increíbles singletracks alpinos o alguien que bajaba del bikepark del Mottolino sentía una gran envidia y necesidad de pedalear.


Al final, fue menos duro de lo que pensaba, unas vacaciones con la agenda llena y la facilidad para desconectar en una zona tan tranquila como esta, ayuda. Eso sí, al regreso pude ver en la báscula los efectos de la rica gastronomía Suiza y de un periodo de descanso que, por otro lado, ya me pedía el cuerpo. Ahora volveremos a retomar las rutas con más ganas.



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