Hoy me he levantado temprano, he
mirado por la ventana y llovía a cántaros, pero me da igual. Hoy es uno de esos
días, que te da lo mismo que llueva o haga sol, tienes hambre de mountainbike.
No tengo prisa, la previsión de
lluvia ha disuadido a amigos y conocidos, así que hoy salgo solo. Desayuno
tranquilamente y decido que ropa es la más apropiada, dadas las condiciones
meteorológicas.
Estoy preparado, miro por la ventana y parece que no llueve, es el momento idóneo, no me gusta nada salir lloviendo… luego en ruta que haga lo que quiera. Salgo por la puerta y la lluvia ha vuelto a hacer su aparición… ya está tengo la bici fuera no voy a volver a casa.
Voy sin ruta marcada, como a mí
me gusta, decidiendo sobre la marcha. Parece que para “las antenas” hay una
nube muy fea… tiraré en otra dirección. Alcanzo a tres bikers, les saludo, pero
hoy quiero ir solo.
Comienzo una zona de subida con
rocas, es increíble subo con pasmosa facilidad, hasta hace unos meses casi
siempre tenía que poner pie a tierra en este lugar, hoy ni siquiera un golpe de
la biela contra una roca puede detenerme.
De repente aparece un camino a mi izquierda, he pasado decenas de veces por este camino y nunca me había fijado, hoy es un buen día para jugar a “Explorador de caminos conocidos”… una especie de juego que me inventé en aquellos tiempos que siempre salía solo y que todavía hoy, en ocasiones, me gusta practicar… no es más que empezar a pedalear por un camino conocido y meterme en todos los caminos y bifurcaciones que no conozca.
Normalmente los caminos acaban
cerrándose o en una propiedad privada, pero en ocasiones llevan a ese sendero,
que marca la diferencia en las rutas que organizo con los amigos y que es del
disfrute general. Tras 3 ó 4 caminos no ha habido suerte.
En el último sendero una bajada con barro y rocas me hace plantearme si jugármela, estoy a una semana de “La Clásica de los lagos” y una caída podría ser fatal. Pero, hoy es un día para disfrutar, me olvido de posibles caídas, bajo el sillín ya que la pendiente es importante e inicio el descenso despacio, la rueda trasera roza en pantalón de lo retrasado que tengo que ponerme y finalmente me doy cuenta que las dos ruedas van bloqueadas y deslizándose suavemente sobre el barro, esquivando las rocas simplemente con pequeños movimientos corporales a derecha e izquierda. No lo niego por un instante siento pánico y me veo en el suelo.
Llego abajo con la satisfacción y
la adrenalina liberada durante el descenso. Miro alrededor no hay camino
alguno, no hay salida… no queda otra que subir por donde bajé, fuerte
pendiente, barro resbaladizo que se hunde a cada paso y con la bici a cuestas… pienso
“No hay buena ruta sin porteo”.
No sé como acabo en un camino
conocido, lleva a la ruta del agua. Sigo pedaleando y ante mí aparece un charco
enorme y puede que bastante profundo. No quería mojarme los pies, según me
acerco voy buscando si se puede rodear, parece que no… y casi cuando estoy
dándome la vuelta descubro un pequeño sendero que se adentra en el bosque, al
lado del charco.
El sendero está bastante cerrado
por la vegetación pero lo suficiente para poder ciclar por él, así que me
adentro sin pensármelo mucho. Las ramas impregnadas por el agua de la lluvia me
calan hasta los huesos… lo que no había conseguido la lluvia hasta el momento.
El sendero serpentea en un suave
descenso y pronto me encuentro en un lugar idílico, en medio del bosque. Avanzo
silenciosamente sobre la bici, el sonido de los pájaros y el correr del agua de
un riachuelo cercano lo inunda todo, en ocasiones a mi paso sale corriendo
algún animal sorprendido por mi paso y te sientes en plena libertad, en
contacto con la naturaleza…¡Qué bonito es esto de la bici de montaña!
De repente el camino se abalanza
sobre la loma y la pendiente se incrementa. Mi GPS dice que no hay ningún
camino cerca y que me dirijo ladera abajo hasta un arroyo. Por momentos el
camino se convierte en un riachuelo y la cosa se pone más técnica, hasta que
llego abajo del todo, donde finalmente el agua desemboca en el arroyo marcado
en el mapa.
Llego a un camino más ancho y
finalmente salgo del bosque. El camino se encuentra en bastantes malas
condiciones por el paso de un tractor y me obliga a portear en algún tramo.
Finalmente escucho unas vacas y el ruido de algún vehículo agrícola… llego a la
civilización y ante mi aparece “el canal” de la ruta del agua y tras él, Orbón…
vuelvo a estar en tierra conocida.
Me cruzo con una anciana a la que
saludo cortésmente mientras intercambio algunas palabras sobre el tiempo, sigo
mi camino. Me cruzo con tres Quads emitiendo un ruido ensordecedor, miro atrás
y en la distancia veo como pasan a gran velocidad al lado de la anciana
manchándola con el barro de sus ruedas, ella se afana en limpiarse con lo que
tiene a mano… reflexiono sobre cuán diferentes son las conductas de aquellos
que pululamos por los caminos.
Ya puestos voy a enlazar con dos
tramos de la impresionante ruta con la que nos deleito mi compañero Anjel meses
atrás. Me meto por ese camino roto en subida y lleno de piedras que tanto me
gusta. Al comienzo un hombre me advierte… “por ahí no vas a poder pasar el
camino está muy malo”… no sabe que es lo que busco.
Llego a la zona técnica, respiro
profundamente, estoy preparado de nuevo para el reto. Vamos empatados, he
subido cuatro veces este tramo y en dos de ellos he tenido que poner el pie a
tierra, hoy se deshará el empate. No es que sea complicada, pero al estar llena
de rocas es fácil que en algún momento se pierda tracción. Hoy es un día para
superar los retos y llego arriba de una tirada, esta vez he vuelto a ganar.
Satisfecho enlazo con algún tramo
del Camino de Santiago, verdaderos barrizales. Miro el reloj ya se me está
haciendo tarde, “time flies”, así que inicio el regreso más corto, aunque
incluya tramos de asfalto.
La ruta me ha llenado plenamente y me dirijo a lavar la bici en la gasolinera más cercana. Por el camino me pita un coche, es Pablo, compañero de la etapa en "BTT Esperaime!!!", me alegro de verle, los ajetreos de la vida nos han llevado por caminos diferentes, pero guardo un buen recuerdo.
Llego a la gasolinera y apago el
cuenta, han sido casi 4 horas y más de 50 kms en su mayoría por caleyas y
senderos… ha sido un buen día.
Esta ha sido mi ruta de hoy… y es
que muchas veces en lo cotidiano está lo grande y lo bonito de la bici de
montaña, una pizca de aventura, sentirte en contacto con la naturaleza, poner a
prueba tus habilidades y disfrutar del momento. Hoy fue uno de esos días en los
que disfruté del mountainbike como en mis primeras rutas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario