Primera participación en “La
clásica de los Lagos”, el cambio de la fecha de celebración me ha permitido por
fin participar en esta prueba con un recorrido de lo más sugerente, terminando
en uno de los puertos míticos. Al inscribirme me doy cuenta que nunca he subido
en bici a los lagos de Covadonga, así que será una bonita forma de conocer su
dureza en primera persona.
En la salida he quedado con
Javier Peña, nos situamos, más o menos, a la mitad del pelotón. Habíamos
quedado también con otros compañeros (Sergio y Raúl) pero llega el momento de
la salida y no llegan, así que finalmente salimos los dos.
En los primeros kilómetros nos
encontramos con Omar Díaz y Jaime Villar. Los cuatro compartimos los primeros
kilómetros eminentemente rodadores. Me sorprende que a estas alturas de la
prueba el pelotón ya se encuentra totalmente roto.
En el kilómetro 25 se produce el
incidente del día, me engancho con otro participante y nos vamos los dos al
suelo. Mi primer pensamiento es “se acabó”…
Miro lo puntos donde sé que he
recibido golpe. Pierna, rodilla, hombro y cabeza… la rodilla sangra
abundantemente, pero las heridas cierran bastante rápido, aunque una de ellas
es algo profunda y me preocupa, me toco la clavícula y sigue entera y el golpe
en la cabeza ha sido leve y se lo ha llevado el casco. La bici, tiene la rueda
delantera descentrada y el freno delantero no frena… las manetas están
totalmente torcidas pero permiten cambiar y frenar con la rueda de atrás.
Omar Díaz y Jaime Villar me
esperan a que me recupere y me acompañan lo cual me ayuda a continuar. Al rato
llega Javi que había quedado por atrás y juntos continuamos. Mi idea es llegar
al avituallamiento de Porrúa y allí recibir las primeras curas y que la
asistencia mecánica me centre un poco la rueda para que pueda continuar.
Llego al avituallamiento y no sé
si se me cae el alma al suelo o la cara de vergüenza, pregunto por si tienen
asistencia médica y me dicen que para eso tengo que parar a una ambulancia.
Entonces digo “pues nada entonces darme el botiquín que ya me hago una primera
cura”…. Cuando me dicen que no tienen botiquín de primeros auxilios ya alucino,
debe ser la primera prueba en la que participo donde no tienen ni una mísera
tirita en los avituallamientos. La tercera pregunta es “¿y asistencia mecánica?”
pues tampoco, parece que la asistencia mecánica está “en carrera”, pero no sé
donde por que mira que la busqué.
Así tras llenar los bidones y
comer algo reinicio la marcha junto a Omar y Jaime. Empezamos a subir el puerto
de La Tornería, para mí El Mazuco, … la de veces que lo he subido, así que me
lo conozco muy bien. A pesar del dolor bromeo con Omar y Jaime sobre el puerto,
es cuando Jaime se descubre “llevo solo un 25 de piñón” … uff este va a sufrir
hoy lo suyo, yo voy con un 28 y voy acojonado…
A mitad de subida… ¡Salvación!
Veo una ambulancia que viene avanzando por el pelotón, cuando está cerca hago
como hacen en la tele “los pros” cuando quieren algo, levanto el brazo y la
ambulancia se pone a mi altura. Les cuento que he tenido una caída y que necesito
que me curen las heridas porque tienen muy mala pinta, les pregunto que si
pueden esperarme arriba en el alto, no queda mucho para coronar y como tienen
que ir poco a poco adelantando al pelotón tampoco voy a hacerles esperar mucho,
creí ver como la chica de la ambulancia respondía de manera afirmativa.
Aviso a mis compañeros que voy a
tirar para adelante porque me espera la ambulancia arriba e incremento el
ritmo. La parte final del puerto es durísima, pero con el ritmo que imprimo voy
adelantando a no menos de 50 participantes, por un momento alucino, muchos se
retuercen y yo subo con facilidad, pero también pienso en la mala suerte que
estoy teniendo este año, nunca he estado tan bien de forma y a todas las
pruebas a las que he ido me ha pasado algo.
Llego arriba y no veo a la ambulancia,
pregunto a un hombre de protección civil y me dice que la ambulancia no ha
parado… pues nada, habrán tenido alguna urgencia. Un poco desconsolado inicio
el descenso, total frenando malamente, pronto me alcanzarán mis compañeros,
como así hacen. Más abajo veo como la ambulancia circula entre dos grupos
tranquilamente.
La bajada se encuentra en muy
malas condiciones y añadido a que voy frenando malamente bastante tengo que ir
regulando la velocidad. Se ve alguna caída en alguno de los tramos peligrosos.
Al lado de la carretera veo un coche de Protección Civil y pienso que tendrán
que tener un botiquín ¿no? … pues tampoco, ya me diréis…
Tras unos 5 ó 10 minutos en el
avituallamiento reanudamos la marcha, ahora sí que me duele todo, para que
habremos parado, me he quedado frío y empiezo a descubrir nuevos puntos de
dolor que no habían dado señales hasta ese momento.
En el descenso intento bajar
alegre para entrar en calor y entrando a relevos me quedo con dos chicos, miro
hacia atrás y hemos abierto hueco respecto al grupo en el que íbamos y ya
puestos nos ponemos a tirar a ver si pillamos al grupo de adelante… es el
momento más divertido de lo que llevo de prueba y vuelvo a dejar a un lado los
dolores. Finalmente enlazamos con el grupo de adelante y nos ponemos a tirar de
él.
Sin mucha pausa cogemos la
desviación hacia Covadonga. Hay un momento de peligro cuando un perro se
atraviesa pero el pelotón consigue esquivarlo sin que nadie se vaya al suelo…
menos mal, no estoy para más caídas.
El grupo baja el ritmo, quizás la
proximidad de los lagos empieza a intimidar a los participantes, así que
algunos deciden irse por delante y yo me uno a ellos. Ya muy cerca de
Covadonga, veo que en el avituallamiento hay una ambulancia parada, me desvío y
miro a ver si me pueden atender, aunque a estas alturas las heridas se
encuentran ya bien cerradas y solo temo por una posible infección. Se
encuentran con otro participante así que espero mi turno, pero al ver que la
cosa va para largo decido llenar el bidón y tirar para los lagos.
Inicio el ascenso, el comienzo es
una verdadera gozada, ya que hay mucho público a los lados de la carretera y
animan con verdadera devoción, realmente te llevan en volandas, pero tras los
metros iniciales decido poner el “modo ahorro” ya que me han avisado que no me
confíe que la subida es dura.
Me voy encontrando cómodo pero
aún así no pienso forzar, todavía queda lo peor, no hemos llegado a la huesera,
curva tras curva espero que aparezca ante mí pero se hace de rogar. Ya nos
empezamos a cruzar con los que ya han acabado la clásica.
Finalmente allí está, es el
momento de meter el último piñón que había reservado para este tramo, lo inicio
con ganas y me pongo de pie, pero al momento tengo que sentarme por el dolor
del hombro que casi había olvidado por completo. Así que intento levantarme lo
menos posible e ir a golpe de riñón.
Inquietante la manifestación que
tienen organizada los ganaderos en la Huesera, a ambos lados de la calzada se
disponen con sus “garrotes” realmente la situación intimida, pero pronto alguno
de ellos nos animan.
Llega el final de la Huesera pero
casi sin descanso tenemos las rampas del mirador de la reina, menos mal que ya
iba avisado por que estas rampas son bastante duras y hacen que alguno tenga
que poner pie a tierra por los excesos cometidos en la huesera.
De repente, la niebla se cierra y
esto me hace recordar a las grandes etapas de la Vuelta ciclista a España, lo
cual le da un toque más épico, todo ello ayuda a afrontar un nuevo tramo
exigente, y casi sin darme cuenta inicio un descenso y cuando me doy cuenta
estoy al lado del lago Enol, con la niebla ni ve había percatado, nos desvían
hacia la última subida que entre la inercia de la bajada y las ganas de ver
meta subo de un tirón.
Nada más cruzar meta veo a Jaime
Villar que acaba de llegar un poco antes que yo, nos felicitamos, comentamos la
dureza de la subida y nos hacemos unas fotos… Prueba superada!!!
Ahora queda la bajada, pero antes
paro en el último avituallamiento donde como algo y por fin consigo que me atienda
un médico y desinfecte las heridas.
El regreso a Cangas un suplicio
bajando los lagos frenando solo con el freno trasero y con ciertos dolores al
quedarme frío. Ya en Cangas me encuentro con muchas caras conocidas Pulpeiro,
Sustacha, Viña, Ceñal, …y a contar batallitas de cómo nos ha ido el día.
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