martes, 18 de junio de 2013

CLASICA DE LOS LAGOS 2013

Primera participación en “La clásica de los Lagos”, el cambio de la fecha de celebración me ha permitido por fin participar en esta prueba con un recorrido de lo más sugerente, terminando en uno de los puertos míticos. Al inscribirme me doy cuenta que nunca he subido en bici a los lagos de Covadonga, así que será una bonita forma de conocer su dureza en primera persona.




En la salida he quedado con Javier Peña, nos situamos, más o menos, a la mitad del pelotón. Habíamos quedado también con otros compañeros (Sergio y Raúl) pero llega el momento de la salida y no llegan, así que finalmente salimos los dos.

En los primeros kilómetros nos encontramos con Omar Díaz y Jaime Villar. Los cuatro compartimos los primeros kilómetros eminentemente rodadores. Me sorprende que a estas alturas de la prueba el pelotón ya se encuentra totalmente roto.


En el kilómetro 25 se produce el incidente del día, me engancho con otro participante y nos vamos los dos al suelo. Mi primer pensamiento es “se acabó”…

Miro lo puntos donde sé que he recibido golpe. Pierna, rodilla, hombro y cabeza… la rodilla sangra abundantemente, pero las heridas cierran bastante rápido, aunque una de ellas es algo profunda y me preocupa, me toco la clavícula y sigue entera y el golpe en la cabeza ha sido leve y se lo ha llevado el casco. La bici, tiene la rueda delantera descentrada y el freno delantero no frena… las manetas están totalmente torcidas pero permiten cambiar y frenar con la rueda de atrás.

Omar Díaz y Jaime Villar me esperan a que me recupere y me acompañan lo cual me ayuda a continuar. Al rato llega Javi que había quedado por atrás y juntos continuamos. Mi idea es llegar al avituallamiento de Porrúa y allí recibir las primeras curas y que la asistencia mecánica me centre un poco la rueda para que pueda continuar.


Llego al avituallamiento y no sé si se me cae el alma al suelo o la cara de vergüenza, pregunto por si tienen asistencia médica y me dicen que para eso tengo que parar a una ambulancia. Entonces digo “pues nada entonces darme el botiquín que ya me hago una primera cura”…. Cuando me dicen que no tienen botiquín de primeros auxilios ya alucino, debe ser la primera prueba en la que participo donde no tienen ni una mísera tirita en los avituallamientos. La tercera pregunta es “¿y asistencia mecánica?” pues tampoco, parece que la asistencia mecánica está “en carrera”, pero no sé donde por que mira que la busqué.

Así tras llenar los bidones y comer algo reinicio la marcha junto a Omar y Jaime. Empezamos a subir el puerto de La Tornería, para mí El Mazuco, … la de veces que lo he subido, así que me lo conozco muy bien. A pesar del dolor bromeo con Omar y Jaime sobre el puerto, es cuando Jaime se descubre “llevo solo un 25 de piñón” … uff este va a sufrir hoy lo suyo, yo voy con un 28 y voy acojonado…


A mitad de subida… ¡Salvación! Veo una ambulancia que viene avanzando por el pelotón, cuando está cerca hago como hacen en la tele “los pros” cuando quieren algo, levanto el brazo y la ambulancia se pone a mi altura. Les cuento que he tenido una caída y que necesito que me curen las heridas porque tienen muy mala pinta, les pregunto que si pueden esperarme arriba en el alto, no queda mucho para coronar y como tienen que ir poco a poco adelantando al pelotón tampoco voy a hacerles esperar mucho, creí ver como la chica de la ambulancia respondía de manera afirmativa.

Aviso a mis compañeros que voy a tirar para adelante porque me espera la ambulancia arriba e incremento el ritmo. La parte final del puerto es durísima, pero con el ritmo que imprimo voy adelantando a no menos de 50 participantes, por un momento alucino, muchos se retuercen y yo subo con facilidad, pero también pienso en la mala suerte que estoy teniendo este año, nunca he estado tan bien de forma y a todas las pruebas a las que he ido me ha pasado algo.


Llego arriba y no veo a la ambulancia, pregunto a un hombre de protección civil y me dice que la ambulancia no ha parado… pues nada, habrán tenido alguna urgencia. Un poco desconsolado inicio el descenso, total frenando malamente, pronto me alcanzarán mis compañeros, como así hacen. Más abajo veo como la ambulancia circula entre dos grupos tranquilamente.

La bajada se encuentra en muy malas condiciones y añadido a que voy frenando malamente bastante tengo que ir regulando la velocidad. Se ve alguna caída en alguno de los tramos peligrosos. Al lado de la carretera veo un coche de Protección Civil y pienso que tendrán que tener un botiquín ¿no? … pues tampoco, ya me diréis…

Sin descanso iniciamos el ascenso al Ortiguero, que sin ser duro el perfil engaña bastante y tiene algún tramo que se hace pesado. En este me encuentro muy bien y la pierna a pesar de las heridas no me molesta. Casi arriba del todo se encuentra el avituallamiento, paramos para llenar los bidones y coger algún plátano y de paso para preguntar por si hubiera botiquín… pero sé la respuesta.


Tras unos 5 ó 10 minutos en el avituallamiento reanudamos la marcha, ahora sí que me duele todo, para que habremos parado, me he quedado frío y empiezo a descubrir nuevos puntos de dolor que no habían dado señales hasta ese momento.

En el descenso intento bajar alegre para entrar en calor y entrando a relevos me quedo con dos chicos, miro hacia atrás y hemos abierto hueco respecto al grupo en el que íbamos y ya puestos nos ponemos a tirar a ver si pillamos al grupo de adelante… es el momento más divertido de lo que llevo de prueba y vuelvo a dejar a un lado los dolores. Finalmente enlazamos con el grupo de adelante y nos ponemos a tirar de él.

Sin mucha pausa cogemos la desviación hacia Covadonga. Hay un momento de peligro cuando un perro se atraviesa pero el pelotón consigue esquivarlo sin que nadie se vaya al suelo… menos mal, no estoy para más caídas.

El grupo baja el ritmo, quizás la proximidad de los lagos empieza a intimidar a los participantes, así que algunos deciden irse por delante y yo me uno a ellos. Ya muy cerca de Covadonga, veo que en el avituallamiento hay una ambulancia parada, me desvío y miro a ver si me pueden atender, aunque a estas alturas las heridas se encuentran ya bien cerradas y solo temo por una posible infección. Se encuentran con otro participante así que espero mi turno, pero al ver que la cosa va para largo decido llenar el bidón y tirar para los lagos.


Inicio el ascenso, el comienzo es una verdadera gozada, ya que hay mucho público a los lados de la carretera y animan con verdadera devoción, realmente te llevan en volandas, pero tras los metros iniciales decido poner el “modo ahorro” ya que me han avisado que no me confíe que la subida es dura.

Los primeros kilómetros, se supone los más suaves, me están pareciendo durísimos y pronto participantes que antes me habían superado van cayendo como moscas fruto del esfuerzo y es que no se puede ir por encima de nuestro ritmo en un puerto como este y más sabiendo lo que queda por delante.

Me voy encontrando cómodo pero aún así no pienso forzar, todavía queda lo peor, no hemos llegado a la huesera, curva tras curva espero que aparezca ante mí pero se hace de rogar. Ya nos empezamos a cruzar con los que ya han acabado la clásica.


Finalmente allí está, es el momento de meter el último piñón que había reservado para este tramo, lo inicio con ganas y me pongo de pie, pero al momento tengo que sentarme por el dolor del hombro que casi había olvidado por completo. Así que intento levantarme lo menos posible e ir a golpe de riñón.

Inquietante la manifestación que tienen organizada los ganaderos en la Huesera, a ambos lados de la calzada se disponen con sus “garrotes” realmente la situación intimida, pero pronto alguno de ellos nos animan.

Llega el final de la Huesera pero casi sin descanso tenemos las rampas del mirador de la reina, menos mal que ya iba avisado por que estas rampas son bastante duras y hacen que alguno tenga que poner pie a tierra por los excesos cometidos en la huesera.

En una curva alguien que baja me saluda y me anima, es Pulpeiro!!!, como siempre en su nivel, a mi todavía me queda un buen cacho, y al poco me cruzo con Jose Sustacha, que ya está al tanto de mi caída. Sigo ascendiendo y me cruzo con un compañero del CG Ensidesa que me hace un gesto como de “que haces tan atrás” y yo le respondo “Caída”.


De repente, la niebla se cierra y esto me hace recordar a las grandes etapas de la Vuelta ciclista a España, lo cual le da un toque más épico, todo ello ayuda a afrontar un nuevo tramo exigente, y casi sin darme cuenta inicio un descenso y cuando me doy cuenta estoy al lado del lago Enol, con la niebla ni ve había percatado, nos desvían hacia la última subida que entre la inercia de la bajada y las ganas de ver meta subo de un tirón.

Nada más cruzar meta veo a Jaime Villar que acaba de llegar un poco antes que yo, nos felicitamos, comentamos la dureza de la subida y nos hacemos unas fotos… Prueba superada!!!

Ahora queda la bajada, pero antes paro en el último avituallamiento donde como algo y por fin consigo que me atienda un médico y  desinfecte las heridas.



El regreso a Cangas un suplicio bajando los lagos frenando solo con el freno trasero y con ciertos dolores al quedarme frío. Ya en Cangas me encuentro con muchas caras conocidas Pulpeiro, Sustacha, Viña, Ceñal, …y a contar batallitas de cómo nos ha ido el día.





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