Pues bien, esta iba a ser mi primera semana en mucho tiempo sin bici. La conjunción de los astros había alineado el robo de nuestras bicis, con la reparación de la única superviviente al robo, todavía maltrecha después de la dura caída que tuve a finales de 2011 (ahora será totalmente prioritario ponerla a punto).
Acostumbrado a entrenar y a salir 3 ó 4 días a la semana, me encontraba parado sin saber que hacer, a pocas semanas de las primeras citas deportivas y con una planificación echada a perder…
Fue entonces cuando recordé, que en algún lugar del garaje de mi padre tenía que estar y hasta allí me dirigí rápidamente. Abrí el garaje y… si, allí estaba colgada desde hace quién sabe cuantos años. Pude ver partes de su cuadro oxidadas…¡¡¡Vaya hierro!!! Le pase un trapo húmedo, engrasé su cadena e hinché sus ruedas.
Nunca pensé que me alegraría tanto de ver que todavía estaba entera. Fue una bici que usé muy poco, a comienzos de los 90… sobre todo andaba en bici de carretera… pero aquella entidad financiera anunciaba una bici de montaña como “la bici de Indurain”. Eran los primeros años de auge del mountainbike en España y claro no podía desaprovechar la oportunidad… así que se la pedí a mi padre que era cliente de dicha entidad.
Este fin de semana llovía a chuzos, como hacía tiempo que no lo hacía, pero eso no me iba a parar, así que me subí a la bici y comencé a pedalear camino de la “Ruta del agua”, algo suave para empezar…
No llevaba más de 2 kilómetros cuando me encontré con 4 bikers, que enseguida me reconocieron. Eran “Los Mercenarios” que estaban haciendo una de las últimas rutas de reconocimiento de la afamada prueba “La ruta de los marineros”. Tras conversar los últimos hechos no sé ni cómo me convencieron para acompañarles.
Les acompañé a lo largo de unos kilómetros todos de subida, la dureza del terreno se vio incrementada por el peso de la bici y esos desarrollos más propios de una bici de carretera…pegando “chepazos” y retorciéndome cada vez que la cosa se ponía difícil, pero disfrutando del momento, de estar pedaleando de nuevo.
Luego se hizo tarde y tuve que regresar a casa, tocaba bajar, sin horquilla que amortiguara las irregularidades del terreno… para eso están los brazos y unos neumáticos de globo generoso … pero vaya dolor de brazos!!!
El domingo seguía lloviendo, otra sesión de bici, esta más light y luego de tarde estuve disfrutando de la segunda prueba de la copa del mundo de XC… si no la visteis, no dejéis de verla…¡¡¡Vaya duelo entre Nino Schuter y Julian Absalon!!!
Como dijo JR de los Mercenarios… “Pueden robarme las bicis, pero no la afición la este bello deporte”.
Menuda joya!! Yo comenzé en el ciclismo con una parecida del 98, y tuve que romper tres ejes y la horquilla por hacer rutas con los de asturcón, para que mi padre me comprase una de 400€ con amortiguador delante :D. Y la verdad creo que lo pasaba mejor entonces sin amortiguación... te hace valorar más las trialeras y la técnica jejej Un abrazo
ResponderEliminarjeje bonita historia.... al final salia más rentable comprarse una bici con horquilla...es yes un salvaje, jeje,mira que romprer tres ejes. La verdad que lo del amortiguación delantera se nota un montón y solo valoras estos avances cuando te faltan... aunque yo lo que eché más en falta son los frenos de disco.
EliminarA ver si nos vemos por alguna carretera o caleya.
Saludos Berto,
Una máquina mítica! Me recuerda a Inma, una amiga llanisca que a veces gustaba de pasear en bici conmigo a lomos de... sí, lo habéis adivinado! una flamante BTT del Banesto!
ResponderEliminarPues ya tenía moral esa Inma, pues la verdad que la bicicleta se las trae.
EliminarSaludos,