Saliendo de un lugar de culto ciclista como es “El Dulcinea”
en el centro de Nava, no hay más de dos kilómetros y medio hasta el comienzo de
la ascensión. Enseguida vemos varias señales que nos van guiando y a la altura
de la Cogolla nos desviamos a una carretera más estrecha.
El comienzo del puerto en sí se encuentra tras pasar la pequeña localidad de la Piloñeta, donde empezamos a comprobar los trabajos de asfaltado de la carretera. En este tramo, aún sin terminar, llama la atención lo peligroso de la aproximación a la primera rampa, una pronunciada bajada con dos curvas de herradura que unido a lo estrecho de la calzada pueden convertir la lucha por comenzar la subida en buena posición en algo realmente peligroso, tanto que el mismo Fernando Escartín hablara de peraltar las curvas de dicho tramo. Lo cual, en mi opinión no restara peligro si llega un pelotón numeroso y luchando por la posición. Tratándose de una subida inédita todos los equipos habrán tomado buena nota.
Sin un metro de llano la pronunciada bajada se convierte en
pronunciada subida y el gps ya nos indica pendientes superiores al 10% lo que
será la tónica generalizada a lo largo de toda la ascensión. Por delante nos
esperan casi 4 kms y una pendiente media en torno al 13%.
Como ya indicaban los medios de comunicación la carretera se
encuentra recién asfaltada, de hecho, el acceso a vehículos todavía se
encuentra cerrado, así que seremos de los primeros que subamos en las mismas
condiciones que lo harán los participantes de La Vuelta. Puesto que anunciaban
pendientes de hasta el 27% decido ir con la bici de montaña y más teniendo en
cuenta mi estado de forma actual.
Durante los dos primeros kilómetros las rampas van
increscendo desde algo más del 10% hasta acercarnos peligrosamente al 20%. Tras
el primer kilómetro rodeado de árboles, la carretera se despeja y podemos ver
lo que hemos ascendido, así como parte de la ascensión que nos queda por
delante.
Es en ese punto donde nos enfrentamos a un kilómetro donde
la pendiente nunca baja del 15%. Hay que decir que en bici de montaña se sube
cómodamente, otra cosa será en bici de carretera. A pesar de todo, se hace
subida se vuelve tediosa por la ausencia de descansos.
Antes de llegar al tercer kilómetro, la fisonomía de la
carretera cambia totalmente, desaparece el asfalto y hay unos metros de descanso,
prácticamente llano que nos ayudan a oxigenar las piernas, esto unido al sonido
de las vacas nos hace pensar que el final de la subida está cerca, pero la
ilusión se desvanece cuando vemos por delante una rampa de hormigón que si
hubiera subido en bici de carretera me invitaría a bajarme.
En esta rampa, siempre en torno al 18- 20% entablo
conversación con un lugareño, dada la dureza de la rampa casi va a la misma
velocidad andando que yo pedaleando. El hombre sube andando de manera habitual
al bar/restaurante que se encuentra en Les Praeres, por que ojo, en el lugar
donde finalizará la etapa de la vuelta hay un restaurante, de manera que podemos
concluir la ascensión disfrutando de una cerveza bien fría si así lo deseamos.
También nos comenta que la última parte de la ascensión no la han dejado
asfaltar por la protección que tiene dicha área.
Estamos en las rampas de hormigón donde se encuentran los
porcentajes más elevados de toda la ascensión, algún tramo al 24% pero en
ningún caso el gps han aparecido esos 27% que se indicaba. A pesar de todo se
trata de dos tramos relativamente cortos, pasamos del hormigón a la tierra en
un pequeño tramo que representará la línea de meta.
Nos reciben caballos y vacas que campan a sus anchas en los
pastos de Les Praeres, lugar de gran belleza con el pico peñamayor
presidiéndolo todo. A la izquierda se
encuentra el bar donde un ciclista descansa plácidamente tras la ascensión
junto a unos senderistas y algún lugareño.
En definitiva, una ascensión bonita y dura, únicamente con
un pequeño descanso y con su mayor dificultad en el último kilómetro, no solo
por las pendientes sino por el firme.
Las comparaciones con el Angliru vertidas en la prensa
quedan un poco alejadas de la realidad, no es tan duro y por lo menos mi GPS no
ha registrado en ningún momento esas pendientes anunciadas del 27%, pero claro
hay que rodear a la subida de cierto atractivo.
De cara a “la Vuelta 2018” es una ascensión que puede dar
juego, pero dada su escasa longitud será un visto y no visto donde las
diferencias entre los favoritos serán más bien escasas a la espera de cualquier
inesperado desfallecimiento.
Yo, por mi parte, continuo la ascensión hasta Peñamayor
todavía me quedan otros dos kilómetros, esta vez toda en camino sin asfaltar y
hormigones, evidentemente sería inviable meter a un pelotón hasta ahí, a parte
de la imposibilidad de encontrar un lugar para localizar la meta, pero si vas
en btt es muy recomendable seguir la ruta, hay varias variantes muy
interesantes en dicha sierra… pero eso es otra historia.
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